miércoles, 6 de febrero de 2013

Introducción al Coaching personal

El coaching es un concepto que en los últimos tiempos se ha puesto muy de moda. Han aparecido coachs, organizaciones, consultas, expertos, etc. por todas partes, pero cuando uno empieza a buscar información para clarificar los conceptos relacionados con esta práctica y, sobre todo, tener claros cuales son los objetivos que persiguen las prácticas relacionadas con esta técnica, no siempre se obtiene el resultado esperado.

En lo sucesivo vamos a hablar más de técnicas de coaching, pero como introducción os dejo este vídeo que explica de forma muy visual, clara y concisa para que nos sirve el trabajo personal que se propone desde esta técnica, se definen conceptos con ejemplos muy claros de la vida cotidiana y se sugieren los pasos que se deberían seguir para conseguir alcanzar nuestros objetivos.

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lunes, 4 de febrero de 2013

Guías de práctica clínica psicológica. Una reflexión crítica.


En relación a la repercusión de la aparición y proliferación de las guías de práctica clínica, especialmente en el campo de la psicología podemos decir que, teniendo presente la necesidad de determinar la efectividad y eficiencia de nuestras prácticas interventivas, a priori se puede pensar que todo son ventajas. El hecho de que haya estudios que nos indiquen, en función del diagnóstico del paciente, cuáles son los tratamientos más eficaces, nos ha de permitir ser más eficientes, intervenir de forma más racional y ordenada y dar un servicio a los pacientes de más alta calidad y con un rigor científico y metodológico fuera de toda duda.

Este sería el razonamiento, a priori, más intuitivo, pero por poco que nos acercamos a analizar las implicaciones que las guías de práctica clínica tienen en nuestra tarea, observaremos que hay más voces discrepantes de lo que se podría pensar y que si, indudablemente, hay hay ventajas, también hay ciertos aspectos no tan positivos que deberemos tener presentes para construirnos una opinión fundamentada. Analizamos a continuación cuáles son las posiciones actuales.

Por un lado, como ya hemos introducido, las guías de práctica clínica ofrecen datos de indudable valor para la aplicación de tratamientos concretos a trastornos determinados y delimitados. Esto implica, por un lado la manualización del tratamiento, algo en lo que no todos los profesionales están de acuerdo y, por otra, el hecho de delimitar los trastornos en base a una sintomatología concreta, nos lleva ineludiblemente a considerar como válidos los actuales sistemas de clasificación diagnóstica. En este sentido, no podemos dejar de considerar el sistema más habitualmente utilizado en la práctica clínica psicológica actual, el DSM en su última versión IV revisada. No es ninguna novedad el hecho de que muchos terapeutas, especialmente los que propugnan determinados modelos teóricos como paradigma principal de su tarea, no aceptan la clasificación diagnóstica en los términos recogidos por este manual. De hecho, ni la clasificación del DSM ni la de la CIE. Por lo tanto, manualizar intervenciones sobre tratamientos sin tener presente los criterios diagnósticos no parece una buena opción.

No profundizaremos más en este punto, dado que el debate de las clasificaciones diagnósticas sería largo y aún está abierto. Por lo menos, en cuanto al tema que nos ocupa, debemos decir que una crítica importante a las guías, como ya hemos comentado es esta manualización que, llevada al rigor, exigiría la aparición de manuales de cada una de las prácticas concretas que se proponen . Igualmente, deberemos considerar el hecho apuntado por Miller y Binder (2002, citado en Perez,. 2011) relativo a que la manualización de una intervención no garantiza la idoneidad del tratamiento y que, en ocasiones, puede incluso provocar el efecto contrario al que se busca.

Otro aspecto a tener en cuenta, es que las guías no tienen en consideración la variabilidad que puede existir entre terapeutas en el momento de la aplicación (experiencia, habilidades, etc.) y las diferencias individuales entre los diferentes pacientes con un mismo trastorno. A pesar de las críticas en este sentido, deberíamos considerar, en función de los datos estadísticos, que las guías recogen datos de pacientes diferentes y de terapeutas diferentes y que si los resultados generales indican en la dirección del beneficio de la utilización de un determinado tratamiento, los factores considerados en este punto, a pesar de ser importantes, sin duda, no son determinantes en cuanto a la bondad del tratamiento en cuestión. Deberíamos considerar que hay algún factor que está por encima de estas diferencias individuales que favorece de forma significativa a la mejora del paciente, la remisión de la sintomatología y su recuperación.

Otra crítica que observamos en lo referente a la elaboración de las guías, es la metodología empleada en su elaboración y en la selección de los estudios para la realización de los meta-análisis. Y sobre este punto, hemos de decir que las últimas guías publicadas, incluyen todos los estudios existentes que cumplen los requisitos mínimos metodológicos establecidos previamente dentro de los meta-análisis realizados. Indudablemente, podemos seguir tirando del hilo y considerar estos requisitos metodológicos como un "encorsetamiento" que puede dejar fuera otros estudios que, aunque no cumplan estrictamente el protocolo, pueden aportar otras informaciones relevantes. Pero está claro que, si se quiere reforzar la potencia de la ciencia psicológica, se ha de trabajar en función de criterios científicos claros con los que poder operativizar y replicar los estudios valorados.

En cuanto a la evaluación de los resultados, volvemos un poco a la polémica introducida anteriormente. Se analizan los resultados en base a la eficacia de los tratamientos, tomando como modelos, grupos experimentales comparados con grupos control y éste es un modelo científico no compartido por todos los profesionales ni todas las corrientes teóricas.

Por lo tanto, a pesar de los inconvenientes que se puedan encontrar, cada vez hay más aceptación de estas herramientas clínicas en la práctica clínica. Algunos factores que favorecen su generalización, vienen determinados por los aspectos económicos y los intereses que se generan en el campo de la salud. No hay duda de que las compañías aseguradoras y los gobiernos que dan cobertura sanitaria universal a los ciudadanos, como el caso español, quieren tener datos que les determinen qué tratamientos sirven para curar a los pacientes y qué periodos de tratamiento se prevén, ya que es mucho el dinero que hay en juego. Por otra parte, quieren poder decidir los tratamientos que cubrirán sus organizaciones y cuáles no y por qué y el "por qué", siempre es económico, claro.

Por otra parte, y para los profesionales, tener una guía que, al menos aporta información relativa a tratamientos concretos aplicables a trastornos determinados, puede ser, en cualquier caso, de gran ayuda, independientemente del criterio que aplique el clínico en su tarea diaria, el cual puede estar determinado por muchos factores, como la experiencia, las particularidades de los casos, etc.