domingo, 20 de octubre de 2013

Descubriendo nuestra parte oculta. La sombra


Cien veces al día nos burlamos de nuestros mismos defectos, al considerarlos en los demás. 
Michael de Montaigne

La sombra, desde el punto de vista de la psicología, es un concepto definido por Carl Gustav Jung que hace referencia a esa parte de nuestra personalidad que hemos excluido de la percepción que tenemos de nosotros mismos o de la imagen que queremos dar al exterior. La sombra estaría compuesta por nuestros deseos reprimidos, impulsos primarios, frustraciones, experiencias vergonzosas, temores, inseguridades, rencor, agresividad, etc. Debido a esta connotación negativa de la sombra, se determina que ésta forma parte del inconsciente, ya que lo habitual es que nuestro Yo no esté en condiciones de asimilar estas partes de nuestra propia naturaleza, cosa que provoca una alteración de la expresión de nuestra verdadera forma de ser y sentir.

Por otro lado, el hecho de no poder asumir estas partes de nuestra personalidad, hace que proyectemos en los demás esos defectos que no asumimos en nosotros, siendo esta la causa de que, en ocasiones, surjan conflictos entre nosotros y otras personas sin saber muy bien cual es el motivo. Además, este mecanismo de proyección supone un freno al propio trabajo de nuestros defectos y limitaciones ya que sólo nos permite ver esos defectos y limitaciones en los demás, negándolos en nosotros mismos.

Los efectos negativos de la sombra, podemos observarlos en los rumores, chismorreos, cotilleos, críticas, etc. que surgen en cualquier empresa, comunidad e incluso, en el seno de muchas familias, siendo el origen de gran parte de los conflictos que enturbian las relaciones interpersonales.

Una vez sabemos todo esto, podemos preguntarnos si es posible hacer algo con nuestra sombra para evitar sus efectos perniciosos, y aquí, podemos dar una respuesta afirmativa sin ninguna duda. Un buen trabajo personal orientado a un mayor autoconocimiento y autoaceptación pueden facilitar la integración de nuestros polos negativo y positivo transformando, de esta manera, la energía destructiva de la sombra, en creatividad, autoconfianza, aumento de la autoestima y surgimiento y crecimiento de la empatía.

Como ejemplo de ejercicio para trabajar la sombra, os propongo uno, que realizamos habitualmente en sesiones terapéuticas y talleres. El procedimiento es el siguiente: debéis anotar en una hoja de papel todas las características que observéis en una persona conocida vuestra y con la que tengáis conflictos abiertamente. Si sentís que odiáis a alguien, utilizad a esa persona, observadla bien y señalad todas las características de personalidad que observéis en ella. Una vez hecha la lista de los rasgos de la personalidad que habéis observado, la podéis titular MI SOMBRA. Es un buen punto de partida para empezar el trabajo. Debéis ser muy honestos con vosotros mismos y reconoced cuantas de esas características de la lista observáis también en vosotros mismos. Puede que encontréis algo que forme parte de vuestros miedos, o que observéis que hay algo que no podéis aceptar por algún motivo en particular. Puede también que encontréis aquello que forma parte de vuestros deseos más íntimos o necesidades que precisan ser expresadas de alguna manera. Este es, sin duda, un buen inicio en el camino del autodescubrimiento y del crecimiento personal.

Si ponéis en práctica el ejercicio, será muy interesante, si os apetece, que aportéis vuestros comentarios. Os espero!!.

martes, 1 de octubre de 2013

Cómo cuidar nuestra salud emocional

Desde hace algunos años, estamos viviendo tiempos difíciles. Parece que tras una época de bonanza económica prolongada, nos habíamos olvidado de cómo se vive en momentos de crisis. Por otro lado, la brusca caída de la economía mundial, ha provocado situaciones que, en algunos casos, se han convertido en dramáticas, ocasionando grandes pérdidas económicas, materiales y personales a mucha gente que, además, han quedado en una situación de vulnerabilidad emocional intensa. Apatía, desesperanza, sensación de bloqueo, depresión, ansiedad, etc. aparecen muy a menudo en estas situaciones vitales difíciles y son, en muchas ocasiones, el principal escollo para superar la crisis personal, reinventarse y construir una nueva vida.


Soy muy consciente que en momentos difíciles de nuestra vida, es muy duro sacar fuerzas de donde no se tienen, armarse de valor, constancia, tesón, etc. y empezar de cero. Especialmente cuando hay necesidades básicas que cubrir y no existen recursos suficientes. Aún así, no podemos dejarnos vencer y es conveniente hacer un ejercicio de imaginación que nos puede ayudar. Imaginemos por un momento que tenemos una máquina del tiempo y podemos viajar 5 años al futuro. ¿Como creemos que seremos entonces?. ¿Nos vemos igual que ahora? y lo más importante, ¿Cómo nos gustaría ser entonces?.


En este punto, debemos recordar el concepto de resiliencia o la capacidad que tenemos de sobreponernos a las situaciones más difíciles y salir reforzados de las mismas. En este artículo, les quiero proponer unos hábitos que pueden ser de gran ayuda para superar momentos difíciles, aumentar su capacidad de resiliencia y para conseguir una mejor salud emocional.


1. Analice las ganancias de las crisis. Si. En toda crisis personal o vital, fracaso profesional, error, etc. siempre hay ganancias. Siempre aprendemos algo que de otra forma no sabríamos. A menudo, después de un momento crítico, pensamos que nuestros objetivos están todavía más lejos y que nunca los alcanzaremos. Esto nos lleva al desánimo y corremos el riesgo de deprimirnos, tirar la toalla, etc. Por el contrario, si nos centramos en todo aquello que no hemos hecho bien, lo analizamos y lo convertimos en una oportunidad de aprendizaje, conseguiremos crecer, conocernos mejor, adquirir experiencia y utilizarla en el próximo intento o en la nueva vida que debamos o queramos emprender.


2. Encuentre sentido a las pérdidas y traumas. Que fácil es decirlo y que difícil llevarlo a cabo. Si, es cierto, pero esto no es rápido ni fácil. Lleva su tiempo. Pero esto es lo que distingue a las personas que son capaces de prosperar emocionalmente tras un duro golpe de la vida, de aquellas que no lo hacen. Repito, éste es un proceso que lleva tiempo. Hay que superar duelos y adaptarse a nuevas realidades, pero una vez pasado el tiempo necesario, es posible reconocer aquello que, pese a la pérdida, se ha ganado. Hay que encontrar las ganancias y los aprendizajes de las nuevas realidades y esto es lo que nos va a permitir valorar de forma positiva nuestra nueva situación y nos permitirá avanzar y evolucionar.


3. Rompa el hábito de rumiar. A menudo, cuando estamos en situaciones complicadas, no dejamos de darle vueltas al asunto durante horas y horas. Esto no favorece la solución de la situación y  nos sumerge en un estado de tristeza y estrés permanentes. Para evitarlo y darle la vuelta a la situación, debemos tomar consciencia de este hecho, observarnos, y cada vez que nos encontremos rumiando sobre nuestro problema, debemos esforzarnos en interrumpir estas secuencias de pensamiento y ocupar nuestra mente en una actividad que requiera de nuestra concentración. Esto puede ser un pasatiempos complicado, leer un libro sobre un tema que nos interese, etc. Al principio puede resultarnos complicado, pero si le asaltan los pensamientos rumiativos, no se preocupe, eso es normal. Acéptelos y deje que pasen para recuperar la tarea nuevamente. Le recuerdo nuevamente, que esta habilidad requiere tiempo para aprenderla, por tanto, no sea estricto con usted mismo. Un apunte: este apartado no sugiere que evite afrontar los problemas. Simplemente determina que todo tiene su momento y debemos asignar un tiempo para reflexionar sobre los problemas y las posibles soluciones, otro tiempo para tomar decisiones y otro tiempo para el resto de las actividades. De esta forma evitamos estar pensando en nuestros problemas de forma permanente - con la carga emocional negativa que eso conlleva-.


4. Cultive su autoestima. Hay días que nos sentimos mejor que otros con nosotros mismos y, a menudo, son los días malos los que nos vuelven más autocríticos. Esto provoca un ataque a nuestra autoestima en los momentos en los que somos más vulnerables. Y lo peor es que nos atacamos nosotros mismos. Llegados a este punto, debemos preguntarnos si con nuestros amigos y familiares somos igual de críticos. ¿Si un amigo o un ser querido le comenta el mismo error que usted ha cometido, le dirá lo mismo que usted se dice a si mismo?. Cuando esté siendo demasiado crítico con usted, intente escribirse un correo electrónico como si se lo estuviese escribiendo a un amigo. ¿Qué le diría? ¿Cómo lo confortaría? ¿Qué consejo le daría?. Recuerde que, aunque suene a tópico, usted siempre es su mejor amigo.


5. Refuerce su autovaloración tras un rechazo. Cuando alguien nos rechaza, además de sentir un gran dolor, tenemos tendencia a creer que realmente somos indignos, frágiles, en resumen, unos perdedores. Debemos tomar consciencia que el dolor que sentimos no tiene nada que ver con algo indigno que esté en nosotros y suele estar relacionado con nuestra necesidad de aceptación. Por otro lado, nos esforzamos en buscar una lógica al rechazo, cuando, en la mayoría de las ocasiones, no existe un motivo “lógico”. Por tanto, para reforzar nuestra autovaloración, debemos fomentar el hábito de revisar aquellos aspectos que más valoramos de nosotros mismos. Quizás valoramos nuestra creatividad o nuestra sinceridad. Podemos valorar especialmente nuestra lealtad, nuestra paciencia, etc. Tome una o dos cualidades que valore especialmente de usted mismo y escriba una líneas sobre el porqué es importante esa cualidad en usted.


6. Para combatir la soledad, identifique sus comportamientos contraproducentes. La soledad crónica suele ser un grave y silencioso problema que provoca un gran impacto físico y emocional. Cuando nos encontramos en esta situación, es habitual realizar acciones orientadas a evitar la repetición de experiencias de rechazo vividas anteriormente y llevamos a cabo comportamientos de autosabotaje que bloquean la posibilidad de tener nuevas relaciones sociales o, incluso, profundizar en las ya existentes. La mejor forma de afrontar esta situación, es tomar la iniciativa, dejar de evadir situaciones sociales y provocar encuentros. Recupere su agenda telefónica, contactos de Facebook, etc. y seleccione aquellas personas con las que ha tenido buenas relaciones en el pasado. Intente contactar con una o dos por día y empiece a llenar su agenda social. Por otro lado, existen actualmente numerosos grupos de singles que realizan infinidad de actividades en las que puede conocer mucha gente nueva e interesante. Póngase en contacto con alguna de estas asociaciones de su ciudad y de el paso.


7. Reduzca el excesivo sentimiento de culpa reparando relaciones dañadas. ¿Cuántas veces nos sentimos culpables porque nuestras acciones - o inacciones - han dañado a un amigo o a un ser querido? y ¿Cuántas veces por falso orgullo no hemos pedido disculpas o no las hemos pedido de la forma adecuada?. Ha llegado el momento de reparar esa falta, reducir nuestro sentimiento de culpa y empezar a sentir mucha más calma interior. En muchas ocasiones, el problema no es que los demás no nos quieran perdonar, sino que nuestra forma de pedir perdón no ha sido suficientemente sincera para los otros. Esto no es más que un problema de falta de empatía. Piense por un momento cómo se sentiría usted si le hubiese ocurrido lo que a su amigo o su familiar. Una vez pueda hacerse una idea aproximada de lo que debió sentir esa persona, podrá pedir disculpas de forma mucho más sincera y empática.  


Hemos presentado en este artículo siete hábitos que nos pueden proporcionar una mejor salud emocional. No todos son sencillos de llevar a la práctica y requieren tiempo para practicarlos, asimilarlos e integrarlos en nuestro repertorio de hábitos saludables. En cualquier caso, el beneficio que obtenemos después del esfuerzo, compensa la dedicación y el tiempo que le dedicamos.

Fuente: Winch, G. (2013). The Seven Habits of Highly Emotionally Healthy People.Psychology Today.